La cosmovisión de Miguel en sus poemas
Textos: Verónica Barrios.
Foto: Gentileza.
Miguel H. López es docente de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Filosofía y Sociología en la Facultad de Ciencias Sociales. En esta entrevista, nos acerca a su persona, su esencia entre mezclados con su infancia, su madre y sus raíces a través de su reciente poemario titulado Marandu vevyimi, ñe’ẽyvoty ñandupyre.
Expresa cómo es el poeta. Cuenta sobre su primera incursión en la poesía, el tiempo de elaboración de los poemas. Refiere cuál es el eje central de los mismos, el significado del título y la portada de su obra, el idioma guaraní, la cultura indígena.
-¿Cómo es Miguel el poeta?
-Miguel es igual en todas sus facetas, con sus
complejidades y simplezas, defectos y virtudes, con sus contradicciones como
motor de marcha, porque uno no deja de ser una integralidad. Lo que tal vez
marque un punto de inflexión sea el hecho de que la sensibilidad se manifiesta
más que en otras esferas en las que me desempeño. Por lo demás, es una parte de
mi todo profundo; a veces remolón, a veces predispuesto, a veces preclaro, a
veces remiso, a veces radical y a veces conciliador. Trato de que siempre mis
actos sean coherentes; o por lo menos, lo más coherente que se pueda con mis
principios e ideales. Lo que digo en la poesía es lo mismo que pienso y siento
cotidianamente, con la diferencia del ropaje, el ritmo y la estructura que le
dan un modo y una musicalidad diferentes, poco usuales a lo que están
acostumbrados a escucharme expresar. Lo otro, lógicamente, en un lenguaje del que
estoy hecho, el guaraní. Este es un aspecto que mucha gente, por lo visto
ignoraba o nunca se detuvo a escucharme totalmente. Hay quienes, incluso,
llegaron a expresar que no sabían que yo hablara este idioma (preguntó dónde
había estudiado), se sorprenderán si digo que no hablo 1 sino dos idiomas
indígenas o de origen indígena (el otro es el aché). Pero sí, es mi primera
lengua, nací y crecí oyéndola, sintiéndola y hablándola; y a los 6 años aprendí
el castellano cuando fui a la escuela, cuando la pedagogía hegemónica trató de
domesticar mi lenguaje y mis pensamientos…
-¿Es tu primera vez incursionando en la poesía?
-En la poesía en guaraní, sí. En los últimos años de colegio y principios de la universidad, escribía poesía en castellano, pero nunca publiqué. Incluso, llegué a ganar el primer y tercer premios en un concurso realizado en la Facultad de Filosofía en el año 1988. Luego, la vertiginosidad de la vida y los requerimientos laborales me llevaron a escribir prosa, pura prosa. Ahora empiezo este sendero de la poesía en guaraní, con dudas e incertidumbres, a pesar de lo bien recibido que está el poemario por personas que conocen y cultivan este género y en este idioma, Susy Delgado y Javier Viveros, los que desde el principio apoyaron y apostaron a que este trabajo hiciera su camino y viera la luz. Susy considera que es una voz nueva que irrumpe y aporta a nuestra literatura en guaraní, eso me sorprende y compromete. Javier, resalta el ritmo, la potencia y la cadencia de los poemas; y destaca la frecuencia de aliteraciones en versos musicales con un dominio total del idioma; eso obliga a no bajar el tono.
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Miguel junto a los presentadores de su poemario |
-¿Cuánto tiempo te tomó escribir el poemario en
guaraní?
-No fue mucho tiempo, pero entre algunos poemas hubo
pausas prolongadas. Hubo veces en que escribía un poema por día, así fue hasta
el noveno, si mal no recuerdo. Luego hubo cortes. Si sumáramos los días de
corrido, tendríamos como 1 mes de trabajo sostenido, más o menos. El poemario
estaba terminado con 18 poemas a fines de 2018. En 2019 iniciamos la diagramación
que finalmente se truncó y con los vaivenes de la vida, la pandemia de Covid-19,
las indecisiones de seguir, el poemario salió en este junio de 2023, con el
agregado de dos haikus, con los que se completaron 20 poemas. Tal vez porque
era el momento y el marco inaugural debía ser la FIL de Asunción, quién sabe.
Lo concreto es que la presentación fue completa, intensa, emotiva y muy íntima
a pesar de las 6 o 7 decenas de personas presentes. Fue una especie de cierre
de duelo por la pérdida, hace diez años, de quien me dio la vida e hizo de mí
quien soy. Los poemas están inspirados en las vivencias y aprendizajes con
ella, en los momentos y objetos simples compartidos, en las alegrías y las
tristezas, en el afecto y en las orfandades, en todo eso…
-¿Pensás musicalizar tus poemas?
Es una idea. Ya hay amigos músicos que consideran que,
por su constitución, estos poemas piden urgente paso por el pentagrama. Veremos
quién o quiénes concretan ese siguiente nivel. Por mí, encantado.
¿El eje central de tu poesía es describir la esencia
de tu madre?
Conscientemente no, pero según dijeron los dos
presentadores, Susy Delgado principalmente, es lo que trasuntan los poemas. Supongo
que es lo más lógico cuando uno habla de los momentos tan intrínseca e
íntimamente compartidos con alguien, 9 meses dentro y 44 años fuera. No podría
ser de otra manera, ni debiera serlo. Lo que somos, quienes crecimos con
nuestra mamá, finalmente es la síntesis de lo que ellas son, de sus valores y
antivalores, de lo aprendido en ese andar, con aciertos y errores, de la
cultura transmitida en toda su intensidad, del idioma legado con sus
superficies, texturas, sabores, polisemia y profundidades.
-¿Con tus poemas en guaraní revivís momentos de tu
niñez?
Todo el tiempo. Cada palabra, cada frase, cada
entonación, cada idea. El poemario está hecho de mi infancia. Es en esa justa
clave que deben leerse los versos allí escritos.
-¿En tus poemas hay influencia de un autor que escriba
solamente en guaraní?
Conscientemente, no. Hay un homenaje a los poetas
populares, muy de paso, porque necesitaba ajustar la métrica a una estrofa
prestada de Emiliano R. Fernández, en un poema también titulado Guavira poty; y
otro dedicado al Karai Guasu (Dr. Francia, en cuya quinta de Ybyray está hasta
hoy la casa donde vivimos, en Trinidad). Lo demás, es como yo sentía que debían
expresarse los versos.
-¿Qué significado tiene el título del poemario para
vos?
-Marandu vevyimi, ñe’ẽyvoty
ñandupyre (anuncio sutil,
recuerdo sutil, de versos sentidos), es la síntesis de lo que es el poemario.
-¿En tus poemas hay también influencia de la cultura
indígena?
-Lo que hay son expresiones impregnadas de estructuras,
cadencias y posiblemente la fuerza telúrica de la lengua de algunos pueblos de
raíz guaraní, con los que conviví y aprendí en comunidades. Si profundizamos,
finalmente la cultura campesina abreva y mantiene rasgos importantes de cultura
indígena y esa cultura traspasa buena parte del poemario. Mamá fue campesina, jamás
renunció a eso, ni a sus usos y costumbres, menos a la lengua base. Vivió gran
parte de su vida en Asunción, hablaba muy poco castellano, no lo hacía bien ni
se esforzó por hacerlo, tampoco le importaba. Hablaba bien guaraní, para ella
eso fue suficiente, creo que yo soy una prueba tangible de todo eso…
-¿Vos elegiste la foto de la portada de tu libro de
poemas?
Sí, esa es la foto que la representa en el mundo
urbano al que ingresó forzada por las circunstancias de la vida y de cómo logró
derrotar la adversidad, con cuarto grado concluido. Por tanto, la imagen de
solapa, también debía ser esa, yo, de 2 o 3 años, que –posiblemente en tiempos
similares a la de la portada- empezaba a afianzar las bases de lo que soy hasta
hoy.
-¿A través de tus poemas recordás a tu mamá?
-El poemario es un homenaje a ella y a través de ella, como indica la dedicatoria, “a las mujeres, encargadas milenarias de transmitir y perpetuar la memoria, la lucha y la cultura de los pueblos”.
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Con la actriz Luz Marisabel Bobadilla, interpretó a su mamá |
-¿Por qué un poemario en lengua guaraní?
Porque el guaraní es el idioma en el que está
configurado mi ser, mi comprensión del mundo y la dimensión de mis emociones y
sentimientos. Durante los primeros 5 a 6 años de mi existencia, mi idea de la
vida y de todo lo que habita y nos habita, la percepción del mundo y la
denominación de lo tangible e intangible fueron dadas, expresadas y sentidas en
ese único idioma. En ese tiempo, el guaraní fue el único código en el que entendía,
expresaba y me expresaba en el universo natural y simbólico. Es el idioma que
está en mi centro, en todo, impregna profundamente mi ser. Una vez, el
desaparecido profesor William Valverde –mientras nos entrenaba en vocalización
en una escuela de actuación- me dijo: Tenés
buen timbre y una cosa poco usual para mí, hablás castellano articulando en
guaraní. Eso es lo que soy, guaraní parlante en cuerpo y alma, ma’erã ñambo
pukúta. Si no fuera eso, como decía ella: marã
g̃uãrãpa che… Por tanto, ese es el único idioma posible, en el mundo, en el
que podía escribirse Marandu vevyimi, ñe’ẽyvoty ñandupyre.
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