29 años del hallazgo del Archivo del Terror. Miguel H. López: "Nos tocó ser mediadores en la transmisión de los hallazgos y el contenido"

 

Foto: Gentileza.

"Nos tocó ser mediadores en la transmisión de los hallazgos y el contenido de lo que la misma dictadura escribió de sí y de lo que hacía", enfatizó el periodista y profesor universitario, Miguel H. López, quien cubrió ese acontecimiento que desveló los horrores de la dictadura stronista.

López refirió que esa responsabilidad unida a la recuperación de los relatos de los los sobrevivientes era y es una carga histórica que llevamos los periodistas bajos los hombros bajo la consigna del no olvido ni perdón, sino justicia y reparación para las víctimas.

En cuanto al rol que la prensa cumplió en ese momento, destacó que fue muy importante el papel de difusión del hallazgo y contenido, que se debió al compromiso de los periodistas.

Remarcó que gracias a la tozuda labor de ellos en 3 meses después se siguieron publicando aspectos de los Archivos del Terror.

Explicó que la memoria de la historia reciente está, pero hubo una fragmentación y un deliberado vaciamiento y silenciamiento-de ciertos contenidos- en donde los medios de comunicación jugaron un consciente e inconsciente papel, que eso lo está en su libro "Los silencios de la Palabra. Lo que dijeron y callaron los diarios en las memorias de la dictadura de Paraguay".

Portada de su libro

 

Señaló lo que nos falta es responsabilidad histórica sobre los actos del Estado, que como sociedad somos responsables de lo que permitimos que el aparato estatal ejecute.

El 22 de diciembre del 1992 llegó al diario, como todas las mañanas y luego de las conversaciones de rutina con el coordinador se dispuso a los trabajos vinculados en ese momento a coberturas de la Comisión Bicameral de Investigación de Ilícitos del Parlamento revelaba numerosos casos en diversos ámbitos tales como corrupción, autotráfico, entre otros.

En un momento llega una llamada de la misma CBII de un allanamiento hacia Lambaré. El Diario Noticias anticipó en portada, ese día, que había documentos de la policía represiva de Stroessner ocultos en un predio policial hacia aquella zona. Con el fotógrafo José Moreno y un chófer que no recuerda el nombre enfilaron hacia allá. Llegaron pasada la media mañana. Los periodistas de los distintos medios iban llegando. El senador liberal Francisco José de Vargas ya estaba, él presidía la CBII. También arribó el defensor de Derechos Humanos, Martín Almada. Llegó el juez de turno, Agustín Fernández, quién estaba supliendo a su colega José María Benítez Riera, y se encaminaron hacia la Dirección de Producciones de la Policía. Ingresaron a una pieza donde había montañas de materiales impresos y gráficos; luego al pie de una planta de pomelo fueron desenterrados otras toneladas otras toneladas de papeles, cédulas de identidad, registros, carpetas, etc. Era diciembre el sol ardía  tanto que sofocaba bajo la sombra. Ante sus ojos comenzaron a aparecer prontuarios, expedientes,  declaraciones arrancadas bajo tortura, registro de desaparecidos, etc. En ese mismo instante, Paraguay se convertía en la usina del más monumental cúmulo de informaciones de una de las dictaduras más largas del continente, del Operación Cóndor y de su organismo represivo.

No almorzaron ese día. Revisaron lo que pudieron, fotografiaron lo que alcanzaron y ayudaron a subir el acervo de manera desordenada a un móvil del Canal 13 para ser llevados al Poder Judicial. Desde el día siguiente ése sería su destino diario de cobertura por largos meses...

Había desazón y mucho nerviosismo en el ambiente. Martín Almada no dejaba de hablar y lloraba ante las cámaras; los agentes policiales presentes guardaban un mesurado silencio y los periodistas, en un insual frenesí, bucearon en décadas de registros del terrorismo de Estado ejercido oficialmente desde el Gobierno, ya antes de 1954 hasta después de 1989. Después del mediodía comenzaron a llegar al lugar los familiares y víctimas sobrevivientes de la dictadura stronista. Las historias de persecución y torturas se  volvieron voz desde los mismos afectados. El clima humano era asfixiante. En ese mismo momento circularon versiones de que en ese lugar también se escuchaban alaridos de tortura y en el predio habría tumbas NN. Las excavaciones posteriores sacaron la duda y nada hallaron.

Son los recuerdos de muchos periodistas que como Miguel estuvieron allí, analizando y viendo cada pieza de lo que la dictadura escribió e hizo como él mismo expresa.

Volviendo a sus recuerdos de ese día. Describió que encontraron muchos hechos relevantes, conocieron a los delatores de varios pelajes, se confirmaron las sospechas de que algunos desaparecidos estuvieron ingresados presos en Investigaciones, el esquema completo de un caso de detención e intercambio ilegal de presos políticos argentinos, chileno y uruguayos en frontera a sus gobiernos también dictatoriales.

Mencionó el caso de Schaerer Prono que halló sus evidencias finales para que se dictara sentencia. Añadió que también se perdieron pruebas importantes como unos manuales de tortura con sello de Fort Gulick, en Panamá desde dónde la Escuela de las Américas de los Estados Unidos instruía a agentes de aquí a mantener vivos a los torturados y llevarlos al límite de su resistencia.

Indicó que los documentos del Archivo también ayudaron a completar los relatos de muchas víctimas y a darles sustento jurídico.

Afirmó que tuvo acceso a todos los documentos y prueba de ello en parte puede verse en el libro "En los sótanos de los generales. Los documentos ocultos del Operativo Cóndor" que escribió con Antonio V. Pecci, Alfredo Boccia y Gloria Giménez.

Portada de su libro sobre el tema

 

Analizó que en estos 29 años de cumplirse el hallazgo de los archivos hubo importantes avances hasta hace unos años en que iniciaron nuevamente a ver terribles retrocesos en materia de respeto a los Derechos Humanos, las torturas siguen en los reclusorios, la miseria de la población, la corrupción, la no inversión en necesidades básicas de la ciudadanía, las persecuciones por ideas e ideologías, etc., continúan siendo razones cotidianas en todos lados.

Para crear esa memoria histórica detalló que necesitamos responsabilidad del Estado, de los líderes políticos y de la sociedad en su conjunto con los hechos perpetrados contra un sector de la misma sociedad, que mientras siga arraigado el stronismo y anticomunismo en la sociedad no podremos lograr asumir esas memorias de los sobrevivientes, de los luchadores contra la dictadura y por la democracia ni mucho menos hacerles justicia y honor.

Consideró que la hipocresía con la historia  y con quiénes fueron víctimas, es lo que nos impide avanzar hacia ello, en ese sentido.

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